Peor terminado (este no es un boletín de soluciones)

Razones por las que la sentencia "es mejor terminado que perfecto" es tramposa.

Peor terminado (este no es un boletín de soluciones)
Photo by Nathan Anderson / Unsplash

Esta semana el sol fue bonito. La ciudad amarilla nos regaló frías tardes con una vibra de descanso. Eran un regalo color del abrazo de tu mamífero peludo favorito.[1] Solo hubo un pero. No pude terminar un expediente que quería enviar en ese ritual de viernes que consiste en enviar cosas. Como mucho de lo que hago, el sentimiento de urgencia, que es real, se produce por un mecanismo sutil de autoengaño basado en un ritual que espero que tú, querida lectora, sientas que es familiar. El mecanismo es una ceremonia interna en la que a un expediente silvestre le otorgas el sacramento de lo apremiante. En mi caso, de no saber la existencia del mecanismo, hubiera sacrificado la calidad del expediente por cuenta de una urgencia artificial. Ya sabiéndolo, viendo el expediente al frente en la pantalla, le hice el favor de decirle: "Eres peor terminado".

Entonces me acordé de que hace rato que quería decir una cosa sobre la (hashtag) productividad. Lo que quería decir era que, metafóricamente hablando, cierto concepto de productividad es una trampa en la primera acepción que tiene el DLE: "artificio de caza que atrapa un animal y lo retiene". En esta metáfora, el animal soy yo y el artificio es el concepto. ¿El cazador? Puedes enviarme un mensaje con tus sugerencias.

Mi idea es la siguiente.

En el primer acto nos llega un mensaje codificado en la longitud de las hojas de vida. El mensaje dice algo así como que la productividad es buena, que todos queremos ser productivos, que aumentes tu productividad trabajando menos, que descargues esta nueva app, que aprendas el arte del prompting con la IA, etcétera. El pensamiento es frecuente en las personas preocupadas por lo que traerá el futuro y que usan como guía cotidiana la cantidad de 'producción' que alguien con más trayectoria ha tenido.

En el segundo acto nos dicen que el perfeccionismo es malo. Nos dicen que los estándares de las cosas que producimos, de las cosas que les ofrecemos a los demás, nunca deben estar por lo más alto. Muy a menudo, este mensaje viene en forma de caricaturas. Caricatura 1: la imagen de la persona que usa un metro para cortar con una tijera cada hoja de césped. Caricatura 2: alguien escribiendo la tesis por varios meses, que no logra terminar porque cree que tiene que ser de la misma calidad que la de [inserta acá la luminaria de tu preferencia]. Caricatura 3: alguien que cuenta calorías o tiene un registro meticuloso de los gastos personales en una hoja de cálculo. Etcétera.

Entonces el concepto implícito de productividad arroja la elección: o productividad o productos perfectos, tú eliges. Bienvenides, entonces, al mundo del falso dilema.

En este mundo del falso dilema la vida es un solo agobio. Por un lado, tienes que terminar esto que estás haciendo, echarle la bendición como entregable, tacharlo de tu lista de cosas por hacer. Por otro lado, sabes que le falta un pelín (y así ha sido por el último mes y medio de trabajo) y que estaría listo si solo tuvieras dos días, tres días, una semana más, redondeando. En el mundo del falso dilema el entregable nunca está listo y por lo tanto tu producción es eternamente mediocre.

Mi idea entonces es que al menos cierto concepto de la productividad arroja el falso dilema entre lo terminado y lo perfecto. La trampilla está en que el concepto es implícito y no podemos precisar dónde sucede el corto circuito.

Ahí está el problema.

Como anuncié en el título, no tengo la solución. Pero sí tengo un par de anotaciones.

Una cosa es que, como es usual en los falsos dilemas, las opciones son artificialmente exhaustivas. La realidad es que hay más opciones. En mi experiencia personalísima, aunque reconozco que el perfeccionismo puede ser psiquiátricamente problemático[2], tengo también la impresión de que la ilusión de urgencia de terminar algo no está lo suficientemente promocionada como una ilusión. Puede que sea un caso a nivel micro de una estrechez de miras al decidir si algo está o no está terminado. Pero el asunto es que parece que es más fácil pensar en que el perfeccionismo es malo que pensar que es peor mandar el expediente así, a medio hacer.

Otra cosa con el concepto de productividad es que sucede una extrapolación indebida dentro de cierta ética del trabajo. La extrapolación está implícita en cosas como el falso dilema y las demandas contradictorias: ahí podemos ver las fallas generadas por el corto circuito. La extrapolación es de un concepto meramente económico[3] de productividad a un concepto en el que lo que se mide es relativo a estándares de Lo Excelente y, como consecuencia, informal y confuso.

La sentencia "es mejor terminado que perfecto es tramposa". La razón no es que el perfeccionismo no tenga un potencial de peligro. La razón es un problema de modulación y de sesgo. Cierto concepto de productividad nos sesga a enviar el informe, a exportar el expediente a PDF. ¿Y que por qué? Que porque es mejor terminado. Y sí.

Pero, como estamos hablando de un arte del equilibrio, también es necesario entender que la resolución con la que se expide la sentencia tiene implícita una relación lineal entre 'terminado' y 'productivo'. Así es como la acumulación de entregables es en sí misma una buena cosa: porque la no linealidad está fuera de consideración. Algo que me hace sospechar que esto va en la dirección correcta es que 'perfeccionismo' es por definición un vicio del carácter, mientras que es difícil pensar en virtudes asociadas al impulso de mejorar, como el esmero, en relación positiva con la productividad. Una razón extra para la sospecha es que es difícil encontrar investigaciones similares a las de la nota [2] más abajo que vinculen productividad con problemas de salud mental.

En el caso del trabajo manual que no involucra mucho esfuerzo de diseño, la ganancia que hay en la acumulación es evidente. Pero la extrapolación lleva al sesgo de la productividad. En trabajos manuales que dependen mucho de la calidad del diseño y en trabajos puramente intelectuales (como programar, probar teoremas o la toma de decisiones difíciles) el sesgo conlleva el riesgo del conformismo.

A veces, así al lado de lo 'mejor terminado' tiene que haber un espacio para lo 'peor terminado'.


Bonus

Si llegaste hasta acá, créeme que es mejor dejar así y no leer lo que viene a continuación. Lo que sigue es una pequeñez que te ruego no tomar como una recomendación de lectura.

Mi navegación web extrema ha resultado en que Los Algoritmos insistan en meterme a toda costa por los ojos lo que de otra manera sería una serendipia. Se trata del hecho de que recientemente se han publicado dos libros sobre la productividad.

El primero se llama Feel Good Productivity, y defiende la idea de que no vale la pena ser productivo a costa del bienestar personal.

El segundo se llama Slow Productivity, y defiende la idea de que productividad y el afán son, en cierta medida, incompatibles.

Para quienes tengan interés en la peculiar manifestación cultural de esta subcultura online de la productividad, ambos libros pueden ser vistos como una burla fina a la audiencia de gente que llega a ellos buscando asesoría sobre métodos, dispositivos y apps. Algo de mordacidad habrá, pero creo que estas publicaciones son mejor descritas de otra manera. La mejor descripción es que son parte de una nueva tendencia de ¿qué? De criticar la productividad siendo productivo.


  1. En mi caso, el regalo es de color negro. En tardes como estas, cuando el sol la mima, el pelo revela unos visos chocolates. ↩︎

  2. Definido técnicamente como un rasgo de la personalidad, el perfeccionismo está correlacionado con ansiedad, desórdenes alimenticios, depresión clínica e ideaciones suicidas. En un meta-análisis relativamente reciente, los investigadores encuentran bases para defender una correlación entre ideación suicida y los impulsos personales y presiones sociales hacia estándares de máximo desempeño. Otro meta-análisis parece ir en la dirección de generalizar la correlación a distintas psicopatologías. En esta definición técnica, parece que es por lo menos un riesgo defender una distinción entre un sentido positivo y otro negativo de perfeccionismo. Dicho lo anterior, creo que los casos silvestres de perfeccionismo que tengo en mente son mucho menos extremos que los niveles de perfeccionismo técnico que los psicólogos correlacionan con efectos adversos. ↩︎

  3. Economistas: gente que utiliza imposturas matemáticas para describir la realidad social y que considera que el valor intelectual \(x\) de lo que digan los no economistas es \( x=0 \). Nótese que no tengo nada contra las matemáticas, sino todo lo contrario. ↩︎