Lo que llena una vida | Banda sonora por Steve Reich
Recientemente he vuelto a Steve Reich, alguien que no necesita presentación pero quizás sí algo más de difusión precisamente en 2024. Y como este es un blog vanguardista sinvergüenza, hoy te propongo es escuchemos Proverb.
(Para ser todavía más desvergonzado, este bonus para contemplar en pantalla completa y con cancelación de sonido, que es un fragmento Proverb con coreografía por Sir Richard Alston.)
El proverbio viene de un fragmento de Wittgenstein que dice lo siguiente:
La oración completa no funciona como aseveración, sino como interjección. Funciona como expresión de un asombro complejo, y por eso la traducción al español que encontré me parece menos efectiva que la del inglés.
La glosa que se me ocurre es la siguiente. Por los días que escribió esto, Wittgenstein estaba interesado en lo que significaba entenderse a uno mismo y entender un tema musical. Son distintos tipos de entendimiento, pero él estaba interesado en lo que tenían en común para conectar esta idea con temas más concretos del entendimiento en el aprendizaje de la lengua y del significado lingüístico. Por otras cosas que sugiere en aforismos circundantes, uno puede conjeturar que su forma de pensar sobre este cúmulo de temas tiene origen en su forma de pensar acerca de la música. La música es el origen de la idea, la expresión intelectual es posterior. Todo esto sucede en un contexto de mucha frustración personal por la imposibilidad de ensamblar el libro en el que estaba trabajando en esa época.
Son estas circunstancias en las que expresa en una estructura de proverbio el asombro ante el hecho de que llenar una vida completa no requiere necesariamente un pensamiento grande (pensamiento en su acepción de proverbio), sino uno apenas suficiente para ir y volver sobre el mismo tema y repetirlo en distintas formas para generar el tipo de asombro que mantiene la atención en lo mismo por un tiempo prolongado. De hecho, el tiempo de toda una vida, según sugiere el proverbio.
Glosa resumida: ¡cuán asombroso que un mero pensamiento sea suficiente para llenar una vida completa!
A sus tiernos 16 años, en 1953, Reich tuvo contacto con el aliento de un enfermo Wittgenstein a su paso por Cornell unos años antes. Como músico, después de una etapa exploratoria, desarrolló un interés por cómo extender algo breve para hacerlo duradero de una manera interesante y alegre. En una de sus composiciones más conocidas, Music for 18 Musicians, este hilo conductor solidifica la idea de los parecidos de familia, tal como el mismo Reich ha confirmado. Entonces en Proverb encontramos el vibráfono y los órganos cumpliendo la función del parecido de familia, y las respiraciones apenas perceptibles de las sopranos y los tenores propulsando la melodía de sus propias voces en una especie de transformación cíclica de cánones cada vez más alargados.
En la brevedad de la frase de Wittgenstein, Reich encontró un pretexto para continuar desarrollando su idea de hacer productivo un elemento habitual que podría pasar desapercibido. Al igual que la repetición cíclica presente en el mundo natural y en el mundo interior, un par de elementos son suficientes para absorber la atención completa, a condición de que tengamos la valentía creativa de pasar tiempo con ellos. El tema recurrente en Reich es la melodía de la voz, con la que puede producir cánones de acuerdo a restricciones técnicas que son parte del artificio de la composición.
Así como el tema del entendimiento en Wittgenstein no tiene que ver con mirar hacia adentro, sino con el papel del lenguaje en la socialización y en la comunicación pública cotidiana, en Reich los elementos intercalados producen la pieza completa por la manera en que están distribuidos en el tiempo. Dos variaciones sobre el tema de la simplicidad que no son producto de un entendimiento de lo cotidiano y lo habitual. Que son más bien formas de una disposición contemplativa que, con cierto tratamiento artesanal y cuidadoso, tienen un potencial de producir algo bastante satisfactorio. Acaso se pueda conjeturar que el tratamiento artesanal del músico es anterior al del intelectual, y que Reich hizo real justicia al proverbio al convertirlo en esos catorce minutos de melodía.